La experiencia humana

La experiencia humana de la guerra civil española

Kelsey Magers (Spanish 367)

En su ensayo “España inteligible,” Julián Marías pregunta “cómo pudo ocurrir” la guerra civil española, lo que nos conduce a la pregunta, “qué fue” la guerra? Encontramos una respuesta en el cuento “La lengua de las mariposas” por Manuel Rivas.  El cuento, a través de su sencillez y su punto de vista ingenuo, nos muestra que la importancia de la guerra civil no era el efecto que tenía en la política ni en la historia, sino lo que tenía en la vida de la gente cotidiana de España. Sí, fue una lucha entre fascistas y comunistas, republicanos y nacionalistas. Más importante, sin embargo, es cómo afectó personalmente a cada español.  Al leer “La lengua de las mariposas”, se intuye que para el pueblo común, la guerra fue una pérdida de la inocencia, un movimiento que rechazó el conocimiento y una rendición al miedo.

Vemos en el cuento como la guerra, “la más violenta discordia de toda su historia” según Marías, representaba una pérdida de la inocencia, no solo del país, sino de su gente.  Por ejemplo, cerca del ayuntamiento, el hombre en el moto grita “Arriba España,” y en seguida todas “las madres [comienzan] a llamar por los niños.”  No quieren que sus hijos inocentes conozcan el peligro, pero sabemos que así fue en la guerra, y que los niños crecieron en un ambiente duro y peligroso.  Podemos ver en el cuento qué rápido tiene que crecer el protagonista, Gorrión.  Cuando todo el pueblo está en la alameda, mirando a los detenidos, el padre le insta, “grítale tu tambíen,” y el niño empieza a gritar y a lanzar piedras a los camiones.  Quiere llamarle a su profesor—antes querido y respetado—“traidor y criminal.”  También, Gorrión, honesto y inocente, tiene que prepararse para mentir, a la petición de su madre religiosa ni más ni menos.  Al mismo tiempo que los niños perdieron su niñez, los adultos perdieron su propia forma de inocencia. Al estallar la guerra, el padre, tan vehemente y motivado antes, “[ha] perdido toda voluntad.” Simplemente se sienta y no hace nada, porque ha perdido la inocencia de la esperanza. Vemos a través de los casos del niño y su padre que la guerra fue una pérdida de inocencia para toda la gente español, a pesar de la edad.

La guerra también vio un rechazo de los intelectuales y sus ideas, como muestra el cuento.  Según la madre, los republicanos, con sus ideas radicales, “[aparecen] como enemigos de la Iglesia” (y en España católica, no se quiere ser enemigo de la Iglesia.)  Además de ser enemigos de la iglesia, parece en el cuento que son enemigos de la gente también, por lo menos en la superficie. Según el padre, los maestros “son las luces de la Republica” y el niño dice que “gracias al maestro, [sabe] cosas…que ellos, los padres, [desconocen.]”  Sin embargo, ellos gritan y lanzan piedras a los mismos hombres que admiran.  No están solos en sus acciones tampoco; hacen lo mismo las otras personas en la escena.  Todos los detenidos son intelectuales: “el alcalde, el de los sindicatos, el bibliotecario…el vocalista de la orquesta…el cantero…el maestro.”  Estas personas representan el conocimiento, y sus compatriotas les rechazan con ira y violencia.  Aunque algunos respetan a los intelectuales, y hasta son sus amigos, eligen rechazar el conocimiento para sobrevivir en la nueva España estricta y lavada de cerebro.  O querían o odiaban a los intelectuales, la gente común era afectada por el desprecio del conocimiento.

Relacionada con el rechazo de los intelectuales es la rendición al miedo que occuría durante la guerra.  La gente empieza a comportarse con sospecha.  Normalmente sociales, los padres se ponen asustados de todo y “[miran] el picaporte con desasosiego.”  Cuando Amelia, la persona que lo tocó, entra, sigue su miedo y habla “en voz baja” para que nadie le oiga y sospeche de que sea republicana.  Fuera de la casa, la gente en la calle, en vez de saludarse y socializar, que es típico de los españoles, “[parecen] sombras encogidas” y “ni siquiera [parecen] reconocerse los unos a los otros.”  El miedo es casi tangible; hay una sombra sobre la gente común.  Las personas del pueblo, normalmente vivaces y amables, tienen tanto miedo que se comportan como desconocidos.  No quieren parecer conocer a alguien conectado a la rebelión, porque las autoridades podrían suponer que ellos son rebeldes también (como sucede años después en los Estados Unidos con el Susto Rojo y los comunistas.)  Conectado a este punto de desconocer a amigos es que para parecer libres de culpa y protegerse, las personas tienen que mentir y negar sus ideales y sus relaciones con otros.  La madre le recalca a su hijo que el padre “no [es] republicano…no [es] amigo del alcalde…no [habla] mal de los curas y…no le [regala] un traje al maestro.”  El miedo causado por la guerra transformaba la gente social de España en desconocidos y sombras, sin alguna idea clara de los aspectos estratégicos de la guerra.

Aunque Rivas no incluye en su cuento los detalles históricos de la guerra civil, ni su política, ni sus personajes importantes, comunica bien como era vivir al comienzo de esa época.  Solo podemos concluir que estos detalles específicos no dictaban la vida de los españoles; no les afectaban directamente.  Lo que la gente común conocía de la guerra era el efecto personal que tenía.  Entre los niños y los adultos perdían un sentido de inocencia, respingaban al conocimiento, y todos reaccionaban a un miedo impreciso pero real.  Años después de la guerra, a Gorrión no le importa quién luchaba contra quién.  Le importaba su confusión y su dolor.  Para contestar la pregunta de Marías con que se comenzó este ensayo–¿cómo pudo ocurrir la guerra civil?–tal vez ocurrió porque sus tres características básicas según Rivas–la desesperación, la ignorancia y el miedo—son tres de las flaquezas más profundas y más debilitantes de la humanidad en general.

Obras citadas

Marías, Julián. España inteligible. Madrid: Alianza, 2005.

Rivas, Manuel. “La lengua de las mariposas”.


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