Los cosmos de la memoria en Pilar Calveiro y Nora Strejilevich
Rebecca Price
(Wittenberg University)
Hay una línea muy delgada entre la ficción y la mentira y, por eso, inevitablemente, estos conceptos subjetivos están conectados: ambos se asocian con algo que no está basado en la realidad o que viene sólo de la elaboración mental de una persona. Es decir, para crear una mentira o una narrativa es necesario que una persona imagine una realidad alternativa y la comunique a otras personas con convicción para convencerles respectivamente que es de hecho la realidad o que hay un significado real que se puede sacar del texto. Por eso, se puede decir que la ficción es una mentira bienintencionada en la que su propósito es llegar a la verdad de una manera única—en vez de aceptar la verdad como una mentira. El problema con esta conexión es que a veces es difícil distinguir entre los dos conceptos, lo cual puede hacernos tratar a la ficción con sospecha y, por consecuencia, anular la verdad en la ficción.
Esto se hace más problemático en el caso de los testimonios, particularmente aquellos sobre la tortura sistemática que ocurrió durante la dictadura argentina. Cuando estudiamos estos testimonios que describen muchas formas de tortura que casi le parecen inconcebibles a los que no las han experimentado, como el libro Poder y desaparición: los campos de concentración en Argentina de Pilar Calviero y la novela Una sola muerte numerosa de Nora Strejilevich, es muy común que los analicemos en términos de su veracidad, especialmente si los ponemos en su contexto histórico, el cual niega que esta tortura haya ocurrido. Según Elizabeth Jelin, en el proceso de recordar siempre hay “luchas por las representaciones del pasado, por la legitimidad y el reconocimiento.” De una manera peculiar, los testimonios de Pilar Calveiro y Nora Strejilevich tratan con la memoria de la dictadura argentina y evocan la esencia de este concepto sobre el que construyen microcosmos por esta lucha interpretativa del pasado de valor colectivo. Es decir, en la memoria colectiva de esta época—o sea lo que llamaremos un macrocosmos—existen tensiones entre la memoria oficial de los eventos y la memoria de la represión del cómo los torturados recuerdan estos eventos. Por eso, se puede decir que en estos testimonios, se juntan el lenguaje de los torturadores—que representa la memoria oficial—y el lenguaje de los torturados—que representa la memoria de la represión—para crear espacios textuales—o sea un microcosmos—en los que las narrativas principales del macrocosmos entran en conflicto con las versiones del microcosmos narrativo. Aunque parece que el primer microcosmo es más verdadero pues la autora organiza y analiza los recuerdos reales de muchas personas conectadas con la época de una manera que parece muy objetiva, en el segundo se nos presentan los recuerdos muy orgánicamente y ficcionalizan algunos componentes de una manera que asume la subjetividad—una característica que se asocia con el engaño—el segundo logra la veracidad en una manera única. Por eso, se puede decir que tiene un valor distinto en que evoca una verdad “sentida”: Una Sola Muerte Numerosa les devuelve la humanidad a los desaparecidos deshumanizados.
Cuando leemos el texto de Calveiro, podemos identificar las dos memorias opuestas de la tortura que ocurrió durante la dictadura que crean un microcosmo textual. Aunque Calveiro fue encarcelada en uno de los campos de los que ella está escribiendo y, por consecuencia, fue una víctima de esa tortura, nos presenta y trata de explicar detalladamente la memoria oficial de los que la torturaron. Por ejemplo, en las primeras páginas del texto ella explora las creencias políticas de los torturadores y la manera en que justifican sus actos de tortura y en casi todo el texto ella incorpora citas directas de los militares argentinos. Según Calveiro, estas personas creían que el gran problema político en Argentina era que había una falta de la homogeneidad. Es decir, ellos deseaban la concordancia política y social y, por eso, “los militares” pensaban que sus acciones para eliminarles a los que no estaban de acuerdo—es decir, a los subversivos—fue una manera de “‘salvar[]’ reiteradamente al país” (3-4).
Por otro lado, el texto también está lleno de muchos testimonios de los que fueron torturados a causa de estos esfuerzos por unificar el país para salvar a los argentinos. En la sección titulada “El hombre” Calveiro explica las maneras en que los prisioneros de los campos fueron deshumanizados y como ellos sobrevivieron este tipo de tortura mental. Por eso, Calveiro incluye algunas citas directas de los relatos de los prisioneros como el de Antonio Horacio Miño, quien describe como fue deshumanizado muy gráficamente: “Nos dejaron todos apiñados, temblando, mojados, tiritando, acercándonos unos a otros para darnos calor” (42). Cuando leemos, a causa del hecho que las citas que presentan dos tipos de la memoria aparecen en el mismo texto, inevitablemente tomamos conciencia de la manera tensa en que el lenguaje de las memorias interacciona y casi conversan o discuten. Por eso, el texto se transforma en un microcosmos donde existe el concepto de “las luchas” por la verdad entre las memorias diferentes.
También se puede ver que las representaciones de la memoria oficial y la memoria de la represión se combinan lingüísticamente para crear un microcosmo de esta lucha por la veracidad en el libro Una Sola Muerte Numerosa de Strejilevich. En esta novela, la memoria oficial aparece en la forma de citas de algunos de los oficiales importantes que se sacan de fuentes públicas. Por ejemplo, cerca del comienzo de la novela, aparece una cita de Emilio Massera, almirante argentino que tuvo un gran papel en el Golpe de Estado, que dijo “No vamos a tolerar que la muerte ande suelta en la Argentina” y otra cita de Jorge Rafael Videla, el presidente de facto, que dijo “Si es preciso en Argentina deberán morir todas las personas necesarias para lograr la seguridad del país” (1,5). Claramente, estas dos citas muestran la perspectiva oficial para con las desapariciones en que presentan la actitud que se podía salvar el país usando el método de la violencia contra los subversivos.
Por otro lado, la memoria de la represión sufrida—es decir, según la novela, la de los desaparecidos que fueron liberados y fueron considerados como si “nunca estuvi[eron] acá—” aparece muchísimas veces durante la novela (95). Strejilevich cuenta esta memoria al escribir su propio testimonio personal y al ficcionalizar los testimonios de los muertos, o por lo menos los testimonios que estas víctimas habrían escrito, si hubieran sobrevivido. Además, como en su representación de la memoria oficial, ella usa fuentes públicas como La Nación—un periódico argentino, CONADEP—una organización que fue establecida para investigar las desapariciones y los abusos de los derechos humanos que ocurrieron durante la época, y Nunca Más—un reportaje de CONADEP que incluye muchísimos testimonios de los desaparecidos sobrevivientes. Por ejemplo, en un pasaje que describe la violación sexual, una cita de Nunca Más, específicamente de la ex – prisionera Ana María Careaga es tejada en la narrativa: “a esa chica, cuando la secuestraron, le preguntaron qué tortura prefería, la picana o que la violaran” (20). Por eso, otra vez podemos ver la tensión entre la memoria oficial y la memoria de represión en el desafío de dar sentido a las afirmaciones heroicas de los oficiales junto con las descripciones del abuso sexual de los desaparecidos y, por consecuencia, podemos ver la fundación de otro microcosmo en el/por el lenguaje.
Aunque las dos fuentes efectivamente sirven como microcosmos de la gran lucha por constituirse como la memoria verdadera, cada una logra esto de una manera muy distinta. Se puede decir que no es extraño que las memorias se puedan conectar muy diferentemente debido al hecho que frecuentemente la gente recuerda los eventos en maneras diversas. En el capítulo seis de su libro, Jelin usa el ejemplo del género como un modelo para entender las diferencias en los procesos de recordar y relatar y vincular los recuerdos. Según ella, los hombres tienden a recordar en términos de hechos—es decir cómo si estuvieran coleccionando pruebas para un “judicial[]” o un “informe[] periodístico[],” mientras que las mujeres “tienden a recordar…sus miedos y sentimientos de inseguridad” entre otras cosas. Lógicamente, las diferencias en lo que cada género recuerda resultan en más diferencias en sus relatos de esos recuerdos; es decir, típicamente los hombres expresan sus recuerdos lógicamente como están prestando un testimonio mientas que las mujeres enfocan más en el contenido emocional y— en el caso específico de la dictadura— “en su vulnerabilidad como seres sexuales y … los vínculos de afecto y cuidado que se establecieron entre ellas” (8-9).
Usando el modelo de la memoria engendrada de Jelin, podemos empezar a analizar las diferencias entre los microcosmos de Calveiro y Strejilevich. Si examinamos la forma del testimonio de Calveiro parece que podemos descubrir muchas similitudes a la definición de la memoria masculina que Jelin nos provee. Se divide su libro en múltiples secciones, cada una con un título claro que nos dice que debemos esperar encontrar allí, una característica que de hecho se conecta con la lógica del relato masculino: la sección “Los grupos de inteligencia” tiene que ver con este grupo que manejó la información sobre las torturas; la sección “Los guardias” tiene que ver con la psicología de los hombres que torturaron; y la sección “El Tormento” tiene que ver con los métodos de tortura. También, Calveiro crea un sentimiento de objetividad en la manera en que analiza los hechos y las citas que ella presenta. Aunque ella fue una víctima de la tortura en uno de estos campos, trata de entender las razones y las acciones crueles de los que la torturaron de una manera distanciada. Por ejemplo, en vez de reducir su crueldad a un producto de una personalidad malvada, ella explora la posibilidad psicológica de los efectos difusos de la responsabilidad del sistema burocrático (16). La calidad objetiva es aumentada por el hecho de que ella nunca habla sobre su propio cuento: la única referencia a su trauma aparece en el prefacio que no está escrito por ella (10).
Por otro lado, el testimonio de Strejilevich se corresponde con la definición de la manera en que las mujeres típicamente narran sus experiencias. En términos de la organización, Un sola muerte numerosa se diferencia de Poder y Desaparición: los títulos son misteriosos, y no se organizan los capítulos en la manera encasillada del texto de Calveiro. Es decir, Strejilevich organiza su texto como una imitación del proceso mental de recordar en que cada recuerdo de un cuento personal o de un cuento de otra persona es provocado por un sentido físico o por unas palabras que están cargadas de sentido o marcadas por un sentimiento. Esta fluidez que es manejada por los impulsos sensuales o connotativos nos permite obtener acceso a las emociones de ella y de los desaparecidos que entran en el microcosmo. De una manera distinta a la de Calveiro, Strejilevich rechaza la objetividad en favor de un producto borroso en que su historia propia es casi indistinguible de los relatos de otras víctimas. Esta subjetividad se hace más evidente si consideramos el hecho de que algunos de estas narraciones nunca se contaron: son las narrativas parcialmente ficcionalizadas de los muertos.
Si comparamos los dos estilos de las autoras, es obvio que Calveiro trata de distanciarse en su texto de la subjetividad para que sea más respetado y se considere más verdadero, mientras que Strejilevich incorpora muchos elementos subjetivos incluyendo la ficción—lo cual conecta su texto con el engaño. Por eso, parece que Calveiro establece su microcosmo de una manera más verdadera—o por lo menos más verdadera según la lógica occidental tradicional. De muchas maneras la táctica de Calveiro de construir un testimonio masculino y distanciado corresponde con la afirmación de la socióloga Beatriz Sarlo. Según ella, en el proceso de estudiar el pasado, “es más importante entender que recordar, aunque para entender sea preciso, también recordar” (26). De hecho, Calveiro se esfuerza no sólo por recordar lo que pasó durante los años de la dictadura, sino también por, por lo menos, tratar de entender las circunstancias: el clima político, la sociología de la difusión de responsabilidad que ocurre en grupos, y la psicológica de los tortures y los torturados. Por eso, parece que para Calveiro las voces de los que se involucraron en estos hechos, aunque valerosas en el estudio de la tortura, no son suficientes; es decir, para ella es necesario poner estas voces en un contexto académico, tratar de entender porque hablan y que es el efecto de su expresión. Además , el impulso de masculinizar su texto corresponde con una necesidad de hacerlo más creíble, o para crear un tipo de testimonio que “facilit[a] el ejercicio de las reglas de la prueba” (47). El texto de Calveiro cumple con los requisitos de un testimonio judicial, lo cual nos inclina a pensar en su testimonio como un fuente verdadera.
Sin embargo, parece que en el microcosmo de Strejilevich faltaran estas características críticas que nos hace considerar el de Calviero “más” verdadero. Es decir, su texto rechaza el aspecto judicial, lo cual, según Sarlo, problematiza la función del texto: En condiciones no judiciales, el testimonio pide una consideración donde se mezclan los argumentos de su verdad, sus legítimas pretensiones de credibilidad, y su unicidad sostenida en la unicidad de del sujeto que lo enuncia con su propia voz (48).
Esta mezcla de hecho problematiza el texto de Strejilevich y la verdad que lucha para presentarse. Pero, ¿es posible que el texto de Strejilevich llegue a otro tipo de la verdad por medio de un proceso completamente distinto? Es decir, debido al hecho que Strejilevich incorpora la subjetividad inherente en el proceso de reconstruir el pasado y desarrolla su testimonio imitando el proceso de recordar, ella abiertamente rechaza los valores de un testimonio judicial enfatizando el proceso de recordar en vez de entender lo que se recuerda. Pero, cuando leemos su microcosmo, tenemos la experiencia metafórica de estar en la cabeza de ella y de todos los desaparecidos, y por consecuencia sentimos las emociones humanas de los que fueron torturados y deshumanizados. Por eso, Una sola muerte numerosa es verdadera no en un sentido judicial como el de Calviero, sino en uno universal, en que re-humaniza a los que murieron deshumanizados. Se puede decir que este logro es tan—si no más—valeroso que la verdad tradicional en el gran macrocosmo de la memoria sobre la época en que su texto nos da algo que un testimonio tradicional como el de Calveiro no puede: la voz de los muertos. Ella rompe las reglas del testigo judicial lógico, y el producto es algo casi fantástico, algo valeroso en el proceso de lamentar los que se pierden y nos hace recordar los que desaparecen de la memoria colectiva de Argentina.
Aunque los dos microcosmos se desarrollan de maneras distintas, y el de Calveiro se esfuerza por alcanzar la verdad objetivamente, se puede decir que el de Strejilevich es tan, si no más valeroso, pues convoca una verdad universal por medio de la subjetividad singular. Si consideramos esto en el contexto de la vida de los archivos, el de Calveiro empieza a parecer menos vivo; es decir, debido a la evocación de la emoción humana, se puede decir que Una sola muerte numerosa es de hecho el archivo vivo y que nos demuestra el valor no solo de si mismo, sino también el valor del género del archivo alternativo en general: si sólo una novela parcialmente ficcionalizada puede ser capaz de este tipo de verdad emotiva, ¿quién sabe cuál sería el efecto si consideráramos más archivos en el macrocosmo de la memoria sobre la dictadura?
Bibliografía
Calviero, Pilar. Poder y desaparición: los campos de concentración en argentina. Moodle. Web.
7 Feb 2012.
Jelin, Elizabeth. “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?.” Los Trabajos de la
Memoria. Moodle. Web. 7 Feb 2013.
—.“El género en las memorias” Los Trabajos de la Memoria. Moodle. Web. 7 Feb
2012.
Sarlo, Beatriz. Tiempo pasado: Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión. Siglo
veintiuno editores, 2005. Print.
Strejilevich, Nora. Una sola muerte numerosa. Moodle. Web. 7 Feb 2012.