La otredad que nos persigue

La otredad que nos persigue:
Un análisis de la poesía de Alfonsina Storni guiado por El Arco y La Lira

Laura Simmons

SPAN  6800 Poesía Latinoamericana (Primavera 2011)

Dr. Francisco Cabanillas


Usando el libro de Octavio Paz El Arco y La Lira como guía se puede analizar muchos aspectos interesantes, y quizá poco pensados, de la poesía. Es este ensayo trataremos de adentrarnos en la poesía de Alfonsina Storni a través de dos capítulos en el libro de Paz: “La consagración del instante” y “La revelación poética”. Específicamente, analizaremos “Versos a la tristeza de Buenos Aires” y “Fiesta”, ambos poemas se encuentra en una colección poética suya publicada en 1925 y titulada sencillamente Ocre.

Antes de meternos en los poemas, sería útil explicar brevemente lo que comprende la revelación poética y la consagración del instante. Cualquiera que haya leído a Paz bien sabe que su manera de explicarse es bastante circular. Por ende, sus definiciones de estos dos conceptos son complejas pero sencillas a la vez. Esencialmente, la revelación poética consiste en un encuentro con nuestra condición original. Es “un regresar a nuestra naturaleza original… [cuando nuestro ser] recuerda su pérdida identidad,” (Paz 137). Es decir, que dentro de todos nosotros existe una otredad, a veces olvidada, a veces suprimida, que pertenece a nuestra condición original, lo más profundo de quienes somos, y la poesía nos revela esa. Al hacerlo “afirma la falta” de ella, de esta condición “permanente” y autentica que nos hace seres humanos (149). En cuanto a la consagración del instante, para Paz, es un vuelto a un “ahora” ya pasado, ya fuera de existencia, pero a volver a eso a través de la poesía es hacerle existir de nuevo para, y dentro de, los lectores. Como nos esclarece Paz, “el poeta consagra siempre una experiencia histórica, que puede ser personal, social o ambas cosas al mismo tiempo. Pero al hablarnos de todos esos sucesos, sentimientos, experiencias y personas, el poeta nos habla de otra cosa: de los que está haciendo, de lo que está siendo frente a nosotros y en nosotros,” (191). Con estas definiciones básicas entendidas podamos ya entrar en el mundo de Storni.

El poema “Versos a la tristeza de Buenos Aires” nos da una visión quizá ajena a la que se suele tener de esta ciudad alegre y colorido. Para Storni, el metrópoli se vuelve monótono, grisáceo, y deprimente. Para una lectura que va más allá que lo superficial se puede pensar en su descripción del medioambiente de Buenos Aires como si fuera una descripción del medioambiente de su alma, de su propio ser. Desde el principio (el mero título) comprendemos que no es un poema alegre. “Tristes calles derechas, agrisadas e iguales / Por donde asoma, a veces, un pedazo de cielo, / sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo / Me apagaron los tibios sueños primaverales” (Storni 119).  Es una ciudad oscura, vacía, sin salida, y estando allá, ella se siente “enterrada” vivo (120). Ahora bien, Paz nos afirma que la revelación poética es “echar afuera lo interior y secreto, un mostrar las entrañas,” (139). Así que hay que imaginar esta ciudad como si fuera su propio cuerpo o ser. Leído de esta manera, cuando ella nos describe el medioambiente de la ciudad como un espacio grisáceo, lento, monótono, desolante, apagado, y oscuro, nos está hablando del medioambiente de su propia alma, de su mundo interior. Luego nos pinta la imagen de las calles untadas o cubiertas por un río. ¿Qué podrían las calles representar los brazos, las piernas, o su cuerpo? ¿Qué se ahoga ella en su soledad allá? ¿O qué de una manera el río se la entierra? Depende en el lector. Pero lo seguro es que su medioambiente interior ha apagado “sus tibio sueños”, y con este “cielo prisionero” no se ve salida, es decir siente como si lo triste fuera un estado permanente. Sabemos que para Paz la revelación del ser se encuentra en el amor y la alegría del amor (151). Pero además entendemos que en la revelación poética los opuestos caen. Siguiendo esta lógica, la soledad o falta de amor y la tristeza puede ser revelador también.

No se puede negar que Storni ha captado o encarnado la tristeza de este periodo de su vida con estas representaciones de Buenos Aires. En esencia ha logrado consagrar este “instante” o época de su vida. Y según Paz, cuando el momento consagra, crea un arquetipo, y este arquetipo nos da una imagen del mundo.  En “Versos” efectivamente la poeta nos ha creado  una imagen de su mundo, aunque fuera un mundo interior. Y a leerlo nosotros, los lectores, nos fundemos con el contenido del poema y entramos en un momento convivido por el poeta y el lector en el centro de nuestros seres. Así que el “instante” de que Storni nos habla en “Versos” vuelve, y  encarna el ahora de aquella época en el gran siempre de todos cuando nosotros, los lectores, lo leamos.

En otro de sus poemas, “Fiesta” de la misma colección, también observamos la consagración del instante y la revelación poética—una revelación que nos habla de nuestra condición original. En “Fiesta”, titulo medio irónico, Storni nos cuenta de una noche pasada en el mar. A lo lejos ve a unas personas bailando, riéndose felizmente en la playa bajo las estrellas. “Dulces y bellas, danzan, las cinturas / Abandonadas en el brazo amigo. … Visten de azul, de blanco, plata, verde. . . / Y la mano pequeña, que se pierde / entre la grande…” (113). Después de describir esta escena Storni sigue contándonos su reacción, quizá no mucho esperado por parte del lector, a todo aquella fiesta. En su estilo propio y característico, escribe: “Yo me vuelvo de espaldas. Desde un quiosco / Contemplo el mar lejano, negro y fosco,  / Irónica la boca. Ruge el viento” (Ibíd.). De plano, ha capturado este “instante”; nos ha creado una imagen de su mundo interior, lo cual volverá más claro a través de la revelación poética de la obra. Pero desde ahí, desde estas últimas líneas podemos comenzar la búsqueda.

Ya sabemos que para Paz la revolución poética se ve en “echar afuera lo interior y secreto”; también entendemos que dentro de la revelación se ve claramente las contradicciones de nuestro ser, y que los opuestos se caen—vivir es morir, morir, vivir; el ser es el ser, y el ser es el no ser (151). Así que no es simplemente que “la vida es bella,” (Storni 113). Ni tampoco que la vida es totalmente fea; es ambas cosas al mismo tiempo. Notamos en el poema como Storni casi goce en no participar, ni pertenecer, a esta vida feliz o quizá “superficial”—lo ve, y lo reconoce—pero de lejos. Si leemos esta noche como la encarnación del mundo interior de la poeta, entonces nos acercamos a la revelación poética. Storni nos ha revelado la otredad presente en todos nosotros, la “esencial heterogeneidad del ser,” (Paz 137). Tiene esta parte optimista y antojadiza, y acepta que existe, pero a la vez lo rechaza—se vuelve de espaldas a todo ello, prefiriendo ver la vida de una manera más realista, o hasta que un poco pesimista. Escoge una soledad, pensativa pero solita, en vez de gozarse en lo social, y seguir el refrán “ignorancia es felicidad”. Tomando todo esto en cuento, ahora volvemos a las ideas de Paz para mejor entender el asunto.

Además de involucrar las contradicciones esenciales, para él la revelación poética también comprende una revelación de una condición original que se funde en la caída de los opuestos (142-3 y 151). Siguiendo esta lógica, a través de esta rechaza de “la bella vida” y su aceptación de la solidad—el viento que ruge, y la negritud del mar (que puede representar el lado oscuro de la vida), Storni nos revela una condición original de nuestro ser: aunque vivimos rodeados por gente, la orfandad de cada una de nosotros es siempre presente. Como Paz dice, “los estados negativos preceden a los positivos… al nacer… se siente desarraigado, echado en un mundo extraño y nada más. Estrictamente hablando, el sentimiento de orfandad es anterior a la noción de maternidad y paternidad,” (Paz 143). Sigue explicando que:

…a  lo largo de nuestra experiencia se repite la experiencia de recién nacido: cada minuto nos echa al mundo; cada minuto nos engendra desnudos y sin amparo; lo desconocido y lo ajeno nos rodeo por todos partes. (144)

Así que al hablarnos de otra cosa, al consagrarnos el instante de una fiesta visto de lejos una noche cualquiera en la playa, Storni nos habla de otra cosa. Nos revela la solidad de la vida, de lo negro que existe en el mundo y en nosotros mismos, y hasta que yo diría que articula una cierta valor por todo ello. Y al hacer eso, al revelarnos la naturaleza contradictoria y fundamental del ser, nos revela su condición original, es decir, nuestra condición original: de estar solo y aparte, lo cual no debe ser entendido como algo malo, sino como un simple hecho innegable de la vida. La otredad siempre está presente, y es “la contradicción paradójica del hombre… al ser sí mismo, es otro,” (155-6). Pero esta otredad nos revela la condición verdadera del hombre que es “vida y muerte en sólo un instante”; somos todo y nada a la vez (156). Así entendido el yo, eres tú, y el tú, soy yo; estamos solos, todos—juntos.

 

 

 

Bibliografía

Paz, Octavio. “La Consagración del Instante.” El Arco y La Lira. 1956. 185-197. Impreso.

Paz, Octavio. “La Revelación Poética.” El Arco y La Lira. 1956. 137-156. Impreso.

Storni, Alfonsina. “Fiesta.” Ocre. 1925. 113. Impreso.

Storni, Alfonsina. “Versos a la tristeza de Buenos Aires.” 119-120. Ocre.  1925. Impreso.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *