La irrealidad como lo real en Borges

La irrealidad como lo real en Borges

Mary Guillermo
(Bowling Green State University)

 

Introducción

Borges  es citado por  Ana María  Barrenechea, en “El tiempo y la eternidad en la obra de Borges”, afirmando: “El hombre cree en la existencia  porque tiene conciencia de su yo, porque palpa  la realidad del mundo  que lo rodea y porque siente la angustiosa noción del tiempo que es  como la propia  sustancia de la vida (28).”   El tiempo es un tema siempre presente en los cuentos y obras de Borges y por lo tanto es un tema que como ser humano, él mismo  vive pero trata de desafiar.  En  su  análisis literario “Textos y Contra-Texto en “El jardín de senderos que se bifurcan” Frank y Vosburg destacan una característica en los cuentos de Borges pertinente para mi análisis: “El viaje por tren  en la obra  borgiana casi siempre  implica un viaje pasador, una ruptura  entre el tiempo presente y el tiempo pasado, reviviendo  el destino de otro” (521).  Si el tiempo es un tema presente en las “obras borgianas” al igual que la traslación a otro tiempo, aunque el tema del tiempo sea metafísico, sería significativo destacar cómo Borges se deshace de las convenciones del tiempo.  Sostengo, entonces,  que  la ruptura del tiempo lineal en los cuentos “El jardín de senderos que se bifurcan” y “La muerte y la brújula”  es enfatizada por la “tradición de la ruptura”  por medio de la cual Borges critica  lo lógico y,  por lo tanto, sustituye el tiempo lineal con tiempos cíclicos y paralelos.

Mi argumento se basa en tres pasos. El primero es destacar qué géneros literarios son  vinculados a los tiempos  lineales, cíclicos y  paralelos, incluyendo sus posibles significados en el mundo  literario y del lector. Quedará claro que los tiempos cíclicos y paralelos  son utilizados por Borges para construir otra realidad distinta a la del mundo “real”. Mi segundo paso será una investigación que abarca la conexión entre el simbolismo de los laberintos  y sus irregularidades  con los tiempos  cíclicos y paralelos, por medio del uso de los acontecimientos en los cuentos. También se enfatizarán los rasgos de  Borges como cuentista “hiperracional” que lo llevan a usar la literatura para plantear cuestiones filosóficas sobre el tiempo. Y, por último, voy a conectar los resultados de estas investigaciones con la hipótesis donde se encuentra la idea  fundamental de que los tiempos cíclicos y paralelos abarcan distintas posibilidades temporales que desvinculan al lector del orden y la seguridad del tiempo lineal.

En el ensayo, “Escapando a la realidad: hacia un deslinde de lo fantástico”, Ramírez-Pimienta expone que nuestro conocimiento de lo real tiene rasgos inculcados por el realismo literario, hecho que afirma citando a Paisley Livingston quien en “Why realism matters: literary  knowledge  and the philosphy of science” plantea “La noción de que hay una realidad que existe independientemente de nuestras mentes y podemos conocer aspectos de esta realidad” (150-169). Como lo denota la palabra ‘real’,  el realismo literario se propone, presentar una versión unidimensional en la cual quede retratada la vida cotidiana y los ideales universales del hombre cuyos  aspectos son destacados por medio de la noción del tiempo lineal.  Es decir, en el cuento realista, el tiempo lineal abarca un comienzo,  un intermedio y un fin al igual que en el mundo real en donde existe un pasado, un presente, y un futuro. Sin embargo, Julián Serna  Arango afirma que “el tiempo, en síntesis, no se deja organizar y es terreno fértil para la paradojas. Si  hemos conocido algunas concepciones sistemáticas del tiempo ello ha sido al precio de reducir el hombre a un subhombre que escucha  una de sus facultades únicamente, pero es sordo ante las demás” (18).  Borges  utiliza  el tiempo cíclico para romper y criticar esta  “coherencia universal”  del tiempo  y  cuestionar  la existencia de un mundo real.  En  el ensayo “Jorge Luis Borges: La mimesis de la nada”, García Ramos señala que: “Opuestamente,  este autor (Borges) propone, no la  proclamación de  la realidad de la ficción sino la ficción de la realidad” (660).   Borges  propone que nuestra percepción temporal (nuestra realidad) es ficticia, y a causa de esto,  se anulan las diferencias entre  lo real  y lo  irreal.  A través de esta  anulación, Borges se permite introducir el concepto de la  eternidad del tiempo que sirve para  crear la multiplicidad de tiempos y mundos en sus cuentos.

Borges plantea cuestiones  filosóficas a través de uso de lo fantástico por lo cual en estos cuentos no se abarca lo lógico destacado como algo opuesto a lo real.  Sin embargo, por medio de sus reflexiones críticas sobre el tiempo, la lógica y el razonamiento, Borges puede crear la verosimilitud de un tiempo cíclico.  En el ensayo “Borges y las fronteras del cuento”, González Pérez expone  las varias características de Borges que lo destacan como un  escritor libresco frente al modernismo.  Al ser Borges un escritor libresco, se opuso a aceptar  “las autoridades  de los libros”  y de hecho rompió las barreras entre la creación y la crítica literaria, haciendo de este modo su crítica fundamental a la literatura tradicional.  Es muy común que las tramas de la literatura tradicional se basen en el orden cronológico, y por lo tanto en un tiempo lineal. Borges usa los tiempos cíclicos y paralelos para jugar con el orden cronológico. Es de este modo que Borges ha podido escribir cuentos en que no solamente crea un mundo irreal sino además lo abarca con conocimientos del mundo real. Frank y Vosburg aciertan al decir:  “En este juego interno y externo de textos  paralelos que  caracterizan los cuentos  de la colección, predomina el motivo del libro/laberinto donde un plano del texto critica e ilustra la lectura  de otros textos […] The god  of  the Labyrinth prefigura el patrón del cuento “ El jardín de senderos que se bifurcan” (531).  Al incluir hechos reales o de otros cuentos tradicionales, Borges mezcla lo real y lo fantástico para distinguir la posibilidad  de sus tramas.  Se puede deducir también que Borges  se enfoca en desmontar las convenciones del tiempo a través de lo fantástico, un género que es descrito sucintamente por  Luego Vax  como “[…] el  juego de lo visible y lo invisible  y alteraciones de tiempo y espacio”  mientras que Kathryn Humen lo describe como  “la partida deliberada de los límites de lo que usualmente es aceptado como real y normal” (Ramírez- Pimienta 167).  Es importante mencionar que lo fantástico al ser lo opuesto de lo normal se permite la manipulación de lo real y por consiguiente hacer una crítica de lo real, algo que Borges hace, a partir del uso del tiempo en los cuentos que voy a analizar.  Además, Borges vincula el espacio literario, su crítica literaria, y lo fantástico con el propósito de que el lector lo encuentre verosímil:  “Borges propone unos fragmentos de libros y documentos, auténticos y fantásticos, y a veces  simples indicaciones argumentales para que el lector construya con ellos un puente hacia la realización de  la conjunción de realidad/ficción” (Vosburg  531).  Al verse ante la posibilidad de un tiempo cíclico o paralelo contrario al tiempo en el que cree, el lector adquiere la idea de que el tiempo que percibe no es absoluto.  Como reflexión crítica sobre la convenciones de la percepción del tiempo, Borges  se deshace de la noción del tiempo lineal para impugnar  las limitaciones  que  le impone  al ser humano por medio de la creación de tiempos cíclicos y paralelos en los cuentos “El jardín de senderos que se bifurcan” y “La muerte y la brújula”, los cuales abarcan distintas posibilidades temporales que desvinculan al lector del orden y la seguridad.

Análisis      

Los cuentos en cuestión pueden ser considerados como  metaliteratura derivada de la metafísica; en ellos se destaca lo fantástico por su misterio y su forma ilógica. Así, Emil Volek en su ensayo  “Aquiles y la Tortuga: Arte, imaginación y la realidad según Borges” propone:

[…] se halla indudablemente en el fondo de su “sistema metafísico”. Borges ve en ella una irrealidad que confirma  el carácter alucinatorio del mundo, un tenue y eterno intersticio de sinrazón que nos hace saber que el mundo que hemos soñado  “resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio  y firme en el tiempo” es falso []. ( 293)

Por otro lado, los cuentos mantienen rasgos realistas que son sopesados por Borges, como exponen Frank y Vosburg: “mediante la acumulación de imágenes repletas de resonancias polivalentes, Borges establece una etapa mítica, y por lo tanto, atemporal, en el desarrollo realista de la trama” (522).    En “El jardín de senderos que se bifurcan”, el  tiempo es relativo y por lo tanto los personajes en el cuento no tienen por qué coincidir; solamente forman parte de la trama.  Por ejemplo, Richard Madden es irlandés y es un espía para Inglaterra y por otro lado, Y’sun es chino y espía para el imperio Alemán y Albert es curador del laberinto de Ts’ui Pen. Borges hace del cuento una metáfora del tiempo, lo que le permite jugar con  la realidad. Como afirman  Frank y Vosburg: “La obra revela un juego, no solo de intratexualidad entre los diversos planos, sino de intertextualidad, sugerida concretamente por la doble realidad del cuento” (520).  El cuento se parece a una muñeca rusa, una Matryoshka, en la cual hay un laberinto adentro de otro laberinto, y  a la vez  en él  ocurren simultáneamente diferentes tramas (o planos de la realidad) en el pasado, el presente y el futuro.  Se puede deducir que el tiempo  es paradójico  por lo cual es posible que  en “El jardín de los senderos que se bifurcan” coexistan distintas “realidades ficticias” sin una razón concreta.

El tiempo es manipulado también en el cuento “La muerte y la brújula” a medida que los acontecimientos en la trama son interconectados para  crear un tiempo cíclico. Por lo tanto hay dos mundos distintos: el real y el ideal (como lo percibe Borges).  Además, Borges crea dos laberintos: la investigación del detective, Lönnrot, y el cuento mismo. Entre  los laberintos  se produce una cierta confusión en la percepción temporal del personaje y  del lector  y así  se juntan los dos mundos. Frank y Vosburg  afirman sobre “La muerte  y la brújula” que  “el escenario aquí  adquiere  un aspecto confuso, un aire misterioso e irreal que suele  señalar  la irrupción del mundo sagrado en el mundo profano” (521). De este modo, Borges se apodera  del “espacio literario” para  abarcar laberintos de símbolos, como la cuarta muerte y la brújula, para encerrar a sus personajes en un tiempo cíclico. Es decir, la brújula lleva a Lönnrot a su propia muerte que finaliza en el laberinto de Red Scharlach.

El laberinto como representación simbólica del tiempo cíclico y paralelo en “El jardín de senderos que se bifurcanes utilizado por Borges para desafiar el tiempo lineal y crear distintos desenlaces. Por ejemplo,  el tiempo en que Yu Tsun conoce Stephen Albert  y se entera de que el insensato libro que escribió su antepasado, Ts’ui Pen, es en realidad un laberinto que transcurre en otro tiempo; el tiempo en donde Richard Madden busca a Tsun para matarlo.  Estas dos tramas están a punto de  converger a la vez que la trama del tiempo de Stephen Albert se corta. Tsun lo ilustra de este modo: “Esas personas éramos Albert y yo, secretos, atareados y multiformes en otras dimensiones  de tiempo. Alcé los ojos  y la tenue pesadilla  se disipó […] pero ese hombre avanzaba por el sendero y era el capitán Richard Madden” (6). Por otro lado, este paralelismo es observado en el cuento “La muerte y la brújula”, a través de la búsqueda de Erik Lönnrot  (del Nombre Secreto y del asesino): “Su noveno atributo, la eternidad – es decir, el conocimiento inmediato – de todas las cosas que serán, que son y que han sido en el universo” (117). Esta trama paralela converge, naturalmente, en la otra porque Lönnrot caerá en la trampa de  Red Scharlach, debido a su fascinación  por las soluciones lógicas: “Yo le replicaré que la  realidad puede prescindir de esa (menor) obligación (de ser interesante), pero no la hipótesis” (116). Irónicamente, Borges critica el racionamiento de Lönnrot,  no porque lo lleve a la muerte, sino por hacer uso de soluciones lógicas en un laberinto.

En relación al  tiempo paralelo también ocurre una manipulación del tiempo físico.   En “La muerte y la brújula”, el numero 3 crea una simetría que encierra la dos tramas paralelas y converge al final: por ejemplo, los tres asesinatos investigados por Lönnrot (que suceden en el 3 de cada mes), los tres años que ha tenido que esperar Scharlach para vengarse, al igual que las 3 columnas que el periodista escribe sobre Erick Lönnrot. Frank y Vosburg señalan que: “El que conozca “la muerte y la brújula […] se dará cuenta  que el escenario  implica una serie de símbolos cargados  de interrogantes metafísicos […]” (521). Además, este uso del número 3, en vez de ampliar el tiempo físico, lo estrecha y lo hace parecer una sola entidad. Esta manipulación del tiempo físico también tiene lugar en “El jardín de senderos que bifurcan”,  pero en este caso es ampliada. Por ejemplo, cuando Tsun se sienta a hablar con Stephen Albert: “Computé que antes  de una hora no llegaría mi perseguidor […] Mi determinación irrevocable podía esperar” (4).  El tiempo en la casa de Stephen Albert parece detenerse con respecto a los eventos exteriores. Con eso, parece que  Borges utiliza el efecto único de los acontecimientos culminantes para manipular el tiempo físico, en el sentido de que lo amplía o lo acorta: “el plano D encierra un misterio, una doble  realidad, un libro/laberinto, que será motivo de la conversación  entablada entre Stephen y Tsun” (Vosburg 518). Por otra parte, aunque el lector no es informado sobre cuál es el tiempo de Richard Madden, podemos deducir que el tiempo físico para Madden no ha parado de girar.

Ante todo, en los cuentos de Borges, por ser sutil, el tiempo abarca todo tipo de variaciones por lo cual puede ser paralelo y circular a la misma vez. Así pues,  es esencial  señalar cómo el tiempo cíclico también existe en los cuentos de Borges.  Anteriormente  hice la comparación entre “El jardín de senderos que se bifurcan” y una Matryoshka.  También Frank y Vosburg comparan este cuento a una caja china: “al dibujar  la caja china  de relaciones textuales, se evidencia los típicos textos/estructuras/metáforas que pueblan la obra narrativa de Borges” (520). Estas relaciones  se dividen en cuatros planos (A, B, C, D) que se vinculan entre sí.    Por ejemplo, el pasado se le  presenta a Tsun al conocer a Albert, mientras que Tsun  ya sabe de su futura aniquilación. Y todas estas tramas existen a la vez en un acontecimiento o en la caja china. Albert le expone esta idea a Tsun: “Creía [Ts´ui Pen] en infinitas  series de tiempos, en una red  creciente  y vertiginosa  de tiempos divergentes, convergentes y paralelos” (6).   Además, hay  planos que se vinculan al concepto de causa y efecto pero también hay  planos cuya relación es ilógica al igual que misteriosa, por ende, es característico que no impliquen una línea recta, es decir un tiempo lineal, sino un tiempo cíclico.

Paralelamente, en “La muerte y brújula” también se crea un tiempo cíclico por lo cual  el protagonista se encuentra en un laberinto por conocer (que el asesino es Red Scharlach y nunca sabrá el Nombre Secreto).  Scharlach  lo describe así: “lo tejido […]  es firme; los materiales  son un heresiólogo muerto, una brújula, una secta del siglo XVII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería” (125). Este laberinto que conjura Scharlach  se ve planteado como búsqueda filosófica  cuando Lönnrot le dice: “Yo sé de un laberinto griego que es  una  línea  única, recta […] para lo otra vez que lo mate, le prometo ese laberinto replicó Scharlach” (127).  Esta conclusión alerta al  lector sobre una encarnación, en otro mundo; un efecto único que sostiene la noción de un tiempo cíclico en donde no hay un  final, solo otros tiempos en donde Lönnrot vive sin ser capturado por Scharlach.

Para enfatizar la ruptura  del tiempo lineal en los cuentos de este análisis, Borges presenta detalles irregulares. Por ejemplo,  en “El jardín de senderos que se bifurcan, la falta de las dos páginas iniciales habla de un cuento sin principio,  con lo cual se crea un cierto misterio que desafía la noción de tiempo lineal. Quizás  la falta de las dos primeras páginas en la deposición  de Tsun sean insignificantes pero también establecen la compleja trama del tiempo.  Como ha escrito Pérez: “[…] los cuentos de Borges son  pequeños vértices  donde se abisman las diferencias entre los géneros  y los discursos  hasta quedar severamente disminuidos, si no abolidas” (214). Como ya he explicado, el laberinto es el libro y la trama cuyo tiempo y realidad son alterados en distintos “planos”. Esta observación señala el dominio que Borges tiene del género, al igual que  sus  rupturas con las normas genéricas, enfatizadas por la “tradición de la ruptura” que es una “crítica  fundamental de los conceptos  recibidos  de lo que es la literatura” (González Pérez 212).   Por otra parte, “La muerte y la brújula” también exhibe detalles irregulares. Por ejemplo, el paso del tiempo es irregular  en el momento en que Lönnrot viaja a Quinta, debido a los símbolos “metafísicos”:  “Era una de esas tardes desiertas que parecen amaneceres […] la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba en inútiles simetrías y en repeticiones  maniáticas” (122-123).  Por la brevedad de los cuentos de Borges y su pericia técnica se puede deducir que lo irregular del ambiente en el cuento alerta al lector sobre la existencia de otro tiempo/plano. Por lo tanto este misterio forma parte de lo fantástico como lo define Ramírez-Pimienta: “[…] el establecimiento  y desarrollo  persuasivo  de una imposibilidad, un constructo arbitrario de la mente con todo bajo el control de la lógica y la retórica”  (168).

 Conclusión

Barrenechea  afirma que “la literatura  contemporánea nos  tiene  acostumbrados al trastorno  del orden temporal  en el modo de relatar, pero aunque en este caso se trate  de lo mismo, el autor  quiere  que predomine  la idea del fluir inverso de las horas” (33).  A propósito,  Barrenechea,  como Arango, señala que la noción del tiempo lineal es utilizada por Borges como una construcción sistemática en donde abunda la lógica.  Barrenechea subraya que “a Borges  le interesa además, especialmente, una inanidad de lo  irreal  que consigue anulando  nuestra conciencia de lo temporal” (31). Asimismo, el propósito  de deshacer la noción del tiempo lineal  sirve  para  criticar al hombre mismo y, de hecho, lo disminuye en distintos planos para  enfatizar como solo es un objeto en el espacio temporal.  Como se ha mencionado, los cuentos de Borges son metáforas del tiempo e incluso  son modelos visuales para lo que no es visual, por la cual Borges no menciona la palabra ‘tiempo’.   Borges nos ayuda a ver las infinitas divagaciones de lo que Ts’ui Pen cree que es el tiempo al igual que  rompe con la lógica del detective Erik Lönnrot cuando crea su propia investigación, con un laberinto.

El análisis “Textos y Contra-Textos en ‘El jardín de senderos que se bifurcan’”  se centra en los diversos planos que duplican la realidad y por consiguiente en nuestra percepción  de tiempo.  Es importante enfatizar que esta multiplicidad o alteración de lo real es verosímil por el uso del genero de lo fantástico.  Asimismo,  a través de los cuentos de Borges, se plantea una ambigüedad  entre el mundo real  y el ficticio, y, en consecuencia, Borges nos expone a la inversión de la realidad y desestabilizando nuestra noción del tiempo lineal.  Además, Borges sale de las “limitaciones del pensamiento humano” que siempre restringe a lo lógico, al razonamiento, y el tiempo lineal.  A diferencia de las  afirmaciones de  González Pérez  y Ramírez-Pimienta, se puede concluir  que  lo fantástico  como “juego de lo visible” (Ramos 663) que se opone a lo “real y normal” es utilizado por  Borges  para enfatizar su desinterés por la mímesis en la literatura contemporánea.  Sin embargo,  Borges no se limita a este aspecto.  Su uso del tiempo en otros cuentos, como señalan Frank y Vosberg, lo lleva a reflexionar sobre los géneros literarios y  también a hacer del cuento como una pedagogía por medio de la cual educar al lector.

No obstante,  Borges utiliza los acontecimientos que ocurren en los tiempos cíclicos y paralelos  para enfatizar lo que él cree que es la realidad. Barrenechea afirma que “claramente se advierte que todas  estas invenciones  que  especulan con la anulación o la sustitución del presente , el pasado, o el futuro , están  implicando la idea de que la existencia  es una ficción  cuando es tan fácil  eliminar  o modificar zonas  enteras de ella” (35).  En los cuentos analizados, el tiempo no es uniforme ni absoluto e incluso puede haber múltiples tiempos. Este sin fin de posibilidades que no posee el tiempo lineal permite acontecimientos irregulares como la falta de las dos páginas iniciales de la deposición de Tsun y las anomalías del espacio que observa Erik Lönnrot. A través de la ruptura del tiempo lineal en sus cuentos, Borges cuestiona y critica nuestras percepciones temporales  y espaciales y, de hecho, sugiere la idea de que el mundo en el cual vivimos es irreal.

 

Bibliografía

Borges, Jorge Luis. “El jardín de senderos que se bifurcan”.  El cuento hispanoamericano. Antología crítico-histórica. Ed. Seymour Menton. México: Fondo de Cultura Económica. 307-319.

—–. “La muerte y la brújula”. El relato policial en Argentina. Una antología crítica. Ed. Jorge Lafforgue y Tomás Rivera. Buenos Aires: EUDEBA, 1986. 115-127.

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González Pérez, Aníbal. “Borges y las fronteras del cuento.” El cuento hispanoamericano. Editorial Castalia, 1995.

Ramírez-Pimienta, Juan Carlos. “Escapando a la realidad: hacia un deslinde de lo fantástico.” Revista de crítica literaria latinoamericana (2005): 163-180.

Ramos, Arturo García. “Jorge Luis Borges: la mimesis de la nada.” Anales de literatura Hispanoamericana 28. 1 (1999).

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Volek, Emil. “Aquiles y la Tortuga: Arte, imaginación y la realidad según Borges.” Revista Iberoamericana. 43.100 (2009): 293-310.