El tango argentino
Katie Caventer (SPAN 3520)
Por toda la historia, muchas culturas han tenido ciertas tradiciones que, aunque se practican por todo el mundo, se consideran una característica de su sociedad de origen. Unos ejemplos incluyen la música de jazz de los Estados Unidos, la lucha sumo de Japón, y el flamenco de España. Estas tradiciones representan sus países porque se crearon por los aspectos distintos de su cultura respectiva. Asimismo, el tango es un arte distinto de la Argentina. Aunque a menudo se simplifica a un baile de los criminales y la lujuria, el tango es más complejo. El tango es verdaderamente argentino porque si no fuera por las condiciones únicas que existían en Argentina, no se podría haber realizado.
Tal vez el elemento más crucial en el desarrollo del tango fue la mezcla de inmigrantes que ocupaba Argentina. Por supuesto, todo el continente sudamericano se influyó por la cultura española cuando llegaron los conquistadores, y luego por la cultura africana cuando se trajeron los esclavos de África, pero Argentina se compone de algo más rico. Durante el siglo diecinueve, Argentina, específicamente la ciudad de Buenos Aires, experimentó una afluencia enorme de inmigrantes no sólo de España, sino de Italia, Alemania, Irlanda, y otros países. Lo fascinante es lo que pasó en Buenos Aires después de la llegada de tantos inmigrantes. En la mayoría de las ciudades grandes, los inmigrantes forman comunidades para separarse de los demás. En cambio, la gente de Buenos Aires se incorporó a una sociedad nueva y más homogénea (Baim 13). En esa sociedad de Buenos Aires, la gente no se identificó con sus nacionalidades de origen, sino los porteños, o “citizens of the port city” (Baim 14). Esta mezcla fue importante en la formación del tango porque todos los porteños trajeron la música y los bailes de sus patrias y “tod[o]s influyeron y fueron influid[o]s” (Carretero 48-9). De este fenómeno se nació el tango.
La ciudad de porteños no sólo produjo la música del tango, pero también un tipo específico de persona que se asociaba con el tango, que se llamaban los compadritos. Este grupo de hombres se vestían en una manera distintiva y exagerada, con un sombrero de fieltro, pantalones holgados, y un chaleco extravagante (Baim 20). Muchos de los compadritos eran gauchos que se habían trasladado a la ciudad para buscar trabajo, pero empleo en Buenos Aires era escaso. Además, la competición entre los hombres se aumentó por la carencia de mujeres; había cinco hombres por cada mujer. Cabe destacar igualmente que aunque los compadritos se identificaron con los porteños, extrañaron la patria. Por consiguiente, un sentimiento de descontento surgió entre los compadritos. Este descontento fue el ánimo del tango porque, según Enrique Santos Discépolo, el tango “es un pensamiento triste que se baila” (Sábato 11). Los compadritos fueron los que empezaron a bailar el tango, y en el baile y la música expresaron todas sus frustraciones de la vida. Mucha gente tiene la idea equivocada que el tango es una expresión del amor y sexo entre un hombre y una mujer, pero en realidad los compadritos lamentaron la cantidad de mujeres. Por eso, el tango refleja “la nostalgia de la comunión y del amor, la añoranza de la mujer…no sólo deja al hombre en su soledad inicial, sino que la agrava y ensombrece con la frustración del intento” (Sábato 16). Así es el ánimo del tango: una manifestación del descontento argentino.
Otro aspecto del tango que es únicamente argentino es el lunfardo. Este argot originó de los criminales y los ladrones de Buenos Aires, y por eso hay muchas palabras que se afilian con la vida criminal. Aunque se estableció “por la gente de malvivir” (Sábato 98), el lunfardo se hizo popular entre todos los porteños, especialmente los compadritos. Por consiguiente, las letras del tango utilizaron el lunfardo. Unas palabras comunes en las canciones del tango incluyen: bacan (hombre/ladrón), mina (mujer), trabajar (robar), biyuya (dinero), y cientos más para expresar el descontento social, político, y sexual. Con esas palabras únicas de Argentina, no hay duda que el lenguaje del tango no podría ser replicado en otro lugar del mundo.
Es necesario que se reconozca otro error común sobre el inicio del tango: la creencia que el tango es un baile más de la gente de la vida mala—como los criminales y las prostitutas—que los argentinos en general. Esta creencia existe por dos razones. La primera es la asociación del lunfardo con el crimen. Como ya se ha mencionado, aunque el argot del lunfardo empezó con los criminales, se usaba por todos, especialmente los compadritos. Es indudable que los compadritos tenían una fachada de bravucón, pero realmente no cometían delitos malos y eran ciudadanos argentinos que respectaban la ley. La segunda razón es que un lugar común en que se tocaba el tango era el prostíbulo. Hoy en día, se asocia la prostitución con lo ilegal y lo sospechoso, pero en el siglo diecinueve en Argentina, se legalizó la prostitución con la condición de que se pagaran los impuestos y se registraran las prostitutas (Carretero 43). Se consideraba una parte de la vida cotidiana. Entonces, es la verdad que se encontraba el tango en los prostíbulos, pero no fue una cosa mala en el país y muchos argentinos podían frecuentarlos sin vergüenza. Los prostíbulos eran “entremezclados sin interrupción con garitos, cafés, pensiones, almacenes, casas de comida, despacho de bebidas, tenderetes, y comités políticos. En todos estos lugares se tocaba y se bailaba el tango” (Carretero 73). También, el tango no debe ser asociado con la vida mala porque después del nacimiento del tango en los barrios pobres, se extendía a todo el país rápidamente. Apareció en los teatros en la forma de un sainete porteño, que es “a one-act burlesque or comic farce with music” (Baim 35). Allí, se abrazó el tango por todos los argentinos y se transformó en el arte bello que se adora hoy en día.
Muchos aspectos de la sociedad argentina contribuyeron a la formación del tango. Primero, la identidad del porteño influyó la creación de la música del tango después de que todos los inmigrantes se entremezclaron en Buenos Aires. También, los compadritos sentían descontentos con su situación en Buenos Aires y usaban el baile del tango para expresar esas frustraciones. Las letras del tango tienen un sabor distinto de la Argentina también porque incluyen muchas palabras de un argot argentino que se llama el lunfardo. Aunque existen unos argumentos que afirman que el tango es una expresión de la gente de malvivir, se inventó el tango por los argentinos ordinarios en lugares comunes de la Argentina. Sin esas condiciones culturales de Argentina, no podría existir el tango.
Obras Consultadas
Baim, Jo. Tango: Creation of a Cultural Icon. Bloomington, IN: Indiana University Press, 2007.
Carretero, Andrés M. Tango Testigo Social. Capital Federal: Editorial J.A. Roca, 1996.
Sábato, Ernesto. Tango Discusión y Clave. Buenos Aires: Editorial Losada, 1997.