NATURALISMO

EL NATURALISMO

El naturalismo, que en Europa reemplazó al realismo, en Hispanoamérica coincidió con él sin perder su propia identidad. Por haber ya mejores comunicaciones intercontinentales a fines del siglo xix, los autores hispanoamericanos podían leer las obras de Zola casi al mismo tiempo que se publicaban en Francia. Aunque el auge del naturalismo sólo duró diecisiete años (1870-1887) en Francia, en América no decayó hasta después de 1910. En la Argentina, hizo escuela a partir de 1880 con la publicación de las novelas de Eugenio Cambaceres: Música sentimental (1882), Sin rumbo (1883) y En la sangre (1887). Por ser Buenos Aires la mayor ciudad hispanoamericana de ambiente muy europeo, no es de extrañar que el naturalismo hubiera tenido allí su mayor influjo y que hubiera durado por cuarenta años: La gran aldea (1884) de Lucio V. López, Irresponsable (1889) de Manuel Podestá, La bolsa (1890) de Julián Martel, Libro extraño (1904) de Francisco A. Sicardi e Historia de arrabal (1922) de Manuel Gálvez. En otros países, el naturalismo dejó sus huellas sólo en algunas de las obras de autores individuales: Magariños Solsona y Carlos Reyles en el Uruguay; Augusto D’Halmar en Chile; Carlos Loveira en Cuba y Manuel Zeno Gandía en Puerto Rico. Hasta en México, que ya tenía una tradición novelística desde principios del siglo xix, Federico Gamboa fue el único afiliado sobresaliente.

Caído actualmente en desgracia, el naturalismo hispanoamericano todavía no ha sido estudiado debidamente. Por falta de comprensión, muchos críticos no lo han separado suficientemente del realismo. Tanto por su concepto del mundo como por su método, el naturalismo, lejos de asemejarse al realismo, constituye su negación. Inspirado en la filosofía positivista de Comte, las teorías de Darwin y la medicina experimental de Claudio Bernard, el naturalista estudiaba al hombre como un conjunto de átomos cuyas acciones eran determinadas exclusivamente por necesidades animalísticas. El protagonista no sobresalía como caricatura, sino que se abrumaba bajo el peso de la herencia y del ambiente. El autor rechazaba los temas pintorescos colocados en escenarios amenos. Al contrario, se ponía a hurgar en las llagas de la sociedad con un bisturí despiadado. El protagonista, transformado en bête humaine, vivía en las peores condiciones. Los temas predilectos eran el alcoholismo, la prostitución, el adulterio y la miseria de las masas. Si es verdad que los naturalistas escogían temas sórdidos para comprobar su teoría, no es menos verdad que todos ellos, al exponer la degradación humana, abogaban por una mayor comprensión de los problemas ajenos y por la eliminación de las condiciones que causan esa misma degradación.

Fieles creyentes en el determinismo, los autores naturalistas creaban sus obras con un método seudocientífico. Las descripciones eran detalladas para copiar cada minucia de la realidad. Puesto que las acciones de los protagonistas eran regidas por su pasado, el autor presentaba un panorama completo tanto de la familia del personaje como del medio en que se movía antes de hacerle irrumpir activamente en la obra. Preocupado por su estudio clínico, el autor naturalista no se interesaba en el diálogo tanto como los realistas.

Según lo anterior, no sorprende el pequeño número de cuentos naturalistas. Las pretensiones científicas del autor impedían que vertiera todo ese material dentro de los límites de un cuento. Desde luego que Guy de Maupassant es la excepción, pero la mayoría de los autores prefería comprobar sus teorías en novelas largas y, en muchos casos, en series de novelas.

Sin embargo, por otra de tantas anomalías en la literatura hispanoamericana, dos de los autores que incluimos en esta sección se distinguieron de sus antecesores en conocerse principal y casi exclusivamente como cuentistas: Javier de Viana y Baldomero Lillo.

One comment

  • jjaimes (15 years)

    Me gusta mucho este movimiento por la usa de la naturaleza. Me gusta cuando el autor usa cosas naturales para hablar o pa decir algo. Tambien es un sentido real no importa cuando se escribe un cuento. Hoy en dia tenemos la naturaleza y es un elemento que tenemos en comun con el pasado que nunca va a cambiar.

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